sábado, 28 de septiembre de 2019

¿Contactaron los cosmonautas rusos con Extraterrestres en el espacio?

Por Carlos Vilchez Navamuel 


Lo que están a punto de leer aquí, les parecerá una fantasía más del algún guionista de Hollywood, a mi realmente me sorprendió, nunca había escuchado estas historias, como recordarán la palabra creer prácticamente no está en mi vocabulario, ante la creencia ciega, yo prefiero la duda, aclaro eso sí, que tampoco acepto a priori lo que afirmen, digan o escriban otros, somos escépticos de todo, por lo anterior, no acepto y no niego nada mientras no lo haya investigado. Cuánto me hubiese gustado haber hecho una investigación sobre estos dos casos y conversar con todos estos astronautas que se dice tuvieron estas experiencias.

De la misma forma que ocurrió en los EEUU, muchos de los secretos de la antigua Unión Soviética sobre hechos concretos relacionados al fenómeno OVNI se han ido publicando, dos extrañas experiencias de sus cosmonautas nos dejan realmente asombrados.

Antes de iniciar, vamos a recordar algunos nombres de cosmonautas rusos que afirman haber visto cosas extrañas en el espacio exterior, en 1976, el cosmonauta Vladimir Kubasov afirmó, que él y otros colegas suyos tenían información sobre la existencia de los OVNIs. El 15 de agosto de 1978, Vladimir Kovalyonok vio un extraño objeto desde la estación espacial Salyut-6 y dijo que el objeto se acercó y se distanció en varias ocasiones. En junio de 1980, los cosmonautas Valery Ryumin y Leonid Popov, observaron una formación de puntos brillantes blancos que despegaron en el área de Moscú, y volaron hacia el espacio por encima de su estación. El 2 de septiembre de 1978, los cosmonautas soviéticos Kovalyonok y Ivanchenkov afirmaron ver una sombra de color anaranjado-rojizo de desde la estación orbital Salyut-6 que estaba sobre las nubes y señalaron que lo que más le sorprendió fue que cambió su tamaño. Otros cosmonautas soviéticos (V. Sevastyanov, P. Klimuk) habían informado de nubes plateadas. Su origen sigue siendo inexplicable. Si quieren saber más al respecto, aquí les dejamos dos enlaces:
https://orbitaceromendoza.blogspot.com/2015/11/cosmonautas-rusos-y-sus-avistamientos.html https://orbitaceromendoza.blogspot.com/2011/09/avistamientos-ovni-y-declaraciones-de.html  este último de nuestro amigo, el investigador Antonio Huneeus, donde describe otras experiencias de este tipo. 

A continuación, copiamos el texto escrito en el sitio denominado como “elmensajedeotrosmundos”. Si esto fuese cierto fueron cuatro días de una aventura inimaginable de los cosmonautas rusos Vladimir Kovalyonok y Viktor Savinikh quienes estaban completando una misión en el espacio de 75 días, que se debería concluir el día 26 de mayo de 1981. Pero algo extraño comenzó a suceder el día 14, alrededor de la Salyut-6... 

A saber: Kovalyonok, improvisadamente, notó en el cristal de la ventanilla, como si allí se reflejase desde el interior de la navecilla espacial, un objeto esférico. Solo más tarde se dio cuenta de que aquella esfera, que él creía ver reflejada, en realidad estaba en el exterior de la Salyut-6. Era otra navecilla que volaba por el mismo sitio”.  “Explicó enseguida que la nave espacial de los alienígenas era una esfera absolutamente privada de protuberancias. “Nuestra Salyut-6 -hizo observar luego- tiene forma de botella, pero en el exterior tiene toda una serie de paneles solares, que nos procuran toda la energía necesaria a bordo. En cuanto a las dimensiones, es fácil decirlas: nuestra Salyut-6 tenía una longitud de 16 metros, la esfera de los alienígenas podía tener un diámetro de ocho. Pero lo que me parece francamente sorprendente, concierne a la movilidad de esta esfera y a la posibilidad de alcanzar velocidades muy elevadas casi instantáneamente. Es decir, sin aceleraciones. La esfera podía pasar de la velocidad que le consentía volar a nuestro lado, a una velocidad que le permitía desaparecer en el acto de nuestra vista, prácticamente sin una fase de aceleración intermedia. Sé muy bien que esto puede parecer poco explicable, pero es lo que he visto con mis ojos”.  Explica, además, que el primer avistamiento: Kovalyono da un grito a Savinikh, ambos miran la esfera desde dos ventanillas diferentes, y después Kovalyonok coge el tomavistas y rueda los primeros fotogramas de su película. “La verdad es que ambos teníamos casi miedo al pensar qué pudiese ser en realidad aquel objeto que volaba cerca de nosotros” -ha admitido enseguida Kovalyonok-. Con el binóculo podíamos ver que esta enorme esfera tenía, sobre tres filas, una serie de ocho ventanillas: tres (una en cada fila) eran muy grandes, por lo menos seis veces las de la Salyut-6, y las otras veintiuna, podían tener un diámetro de “medio metro

La misma fuente nos dice que “los dos astronautas descubrieron, por la mañana, que la misteriosa esfera se había aproximado. Estaba a 100 metros. Los dos rusos, no hay duda, son personas que conocen su oficio, y habían advertido enseguida que -para sus desplazamientos- la misteriosa esfera no empleaba nada visible: es decir, sobre la argéntea superficie exterior de la presunta nave espacial (un UFO, para entendernos) no había aberturas, toberas, escapes o salidas de reactores de la más mínima clase. A parte de las ventanillas, era solo una enorme bola. Pero, a través de las ventanillas, se podía ver el interior. Dentro, había seres vivientes. La forma de estos alienígenas era más o menos la humana. Tenían la cabeza cubierta en parte por cascos, pero ligeros, no de metal. Se diría que fueran capuchas; gorros, pero con visera transparente. Y la visera dejaba ver muy bien lo que había debajo; frondosas y largas cejas, y narices en ángulo recto, de tipo griego. Pero lo que más sorprendió a los dos astronautas rusos, fue el tamaño de los ojos de estos alienígenas: ojos el doble de grandes, en relación con los nuestros, pero fijos en el vacío. A través de las ventanillas se veía muy bien que los alienígenas miraban a los dos rusos. Pero sin revelar la menor emoción. Tenían la expresión de los personajes pintados en ciertos cuadros hindúes, con el ojo vítreo y el gesto casi mecánico... ¿serían robots?... 

La duda permanecía, a bordo de la Salyut-6, porque, además, durante todo el primer día, Kovalyonok se había guardado bien de comunicar a tierra que tenían estos extraños compañeros de viaje. Solamente después de 24 horas, y tras haber rodado despacio un poco de película, sacando luego fotos individuales, y poniendo por escrito declaraciones comunes con Savinikh (las precauciones nunca son excesivas, y para pasar por locos siempre hay tiempo), Kovalyonok tímidamente aludió -en un mensaje a la base- que “le había parecido haber observado algo”, y, vía este cuatísimo paso, hasta la revelación final: “¡Aquí tenemos compañía, y no sabemos quiénes son!”. Pregunta más que justa: “¿Qué debemos hacer?” Respuesta más que obvia: “Continuad teniendo la situación bajo control”.
  

Durante el segundo día y el tercero, los alienígenas se mostraron bien intencionados más allá de toda posible duda, es decir, amistosos. Desde tierra llegó un “¡No!” que hizo retumbar la astronave, cuando Kovalyonok lanzó por radio la idea de salir al espacio para conocer a los nuevos amigos: “Demos un paseo por el espacio, y tal vez salgan también ellos...”. Porque durante ese tiempo, los alienígenas habían dado señales inequívocas de cordialidad: con aproximaciones muy comedidas, habían llegado hasta treinta metros de la navecilla rusa. “rusos y alienígenas se habían mirado de frente”, en resumidas cuentas. Pero había acaecido asimismo algo más. Durante una de estas aproximaciones, por otra parte, muy cordiales, Kovalyonok se había colocado en la ventanilla más grande de su navecilla, teniendo bien abierto delante suyo el mapa del Sistema Solar. Casi se le paró el corazón cuando, por una de las ventanillas mayores, uno de los alienígenas le mostró el mismo mapa. Idéntico. Y fue en este momento, cuando Kovalyonok trastornado por la emoción levantó los pulgares hacia el alienígena que le mostraba la carta. Y el alienígena levantó los suyos. Y casi inmediatamente, la esfera se desplazó velocísima, como queriendo mostrar su extraordinaria maniobrabilidad. Pero también estos movimientos tenían acaso un motivo más sutil. Por seis veces, la esfera misteriosa se alejó, y por períodos diversos. Kovalyonok los registró exactamente. ¿Contenían un mensaje?

Kovalyonok, con una lámpara apuntada contra el alienígena, a la ventanilla de su esfera, señaló el número 101101. Un destello breve para el cero, uno largo para el uno. Fue una idea genial. Porque antes, vía radio Morse, había lanzado en vano el mensaje, en ruso: “Los cosmonautas soviéticos saludan a los visitantes de la Tierra”. Después, en inglés, había preguntado, siempre por la radio: "¿Nos recibís?... Probó a repetir el mensaje con la lámpara. Nada que hacer. Fue entonces cuando lanzó al cosmos su “101101”. Y de la esfera de los alienígenas llegó la respuesta. Y fue ingeniosísima. En efecto, con los destellos sucesivos, no llegó la repetición de la cifra de Kovalyonok, sino un logaritmo suyo. De la esfera decían: “En matemáticas hablamos el mismo lenguaje”. Inmediatamente después, los alienígenas salieron de su esférica navecilla y comenzaron a moverse en el espacio. Eran altos, todos ellos, de casi dos metros. Y era extraordinario verlos mover en el espacio porque evidentemente, los instrumentos de propulsión que usaban habían sido miniaturizados al máximo, y no se adivinaban bajo los trajes espaciales (que eran los mismos llevados a bordo).

No se aproximaron a la navecilla rusa, sino que se movieron de manera que pudieran ser filmados. a esfera de los alienígenas dejó a los rusos de la Salyut-6 en la jornada del 17 de mayo de 1981. “No olvidaré jamás las escenas finales de la película de Kovalyonok”, ha dicho el matemático ruso Aleksandr Kasantsev (encontrado por mí, casualmente, en Moscú, y que -antes- me ha revelado haber sabido de un nuevo encuentro allá arriba en el espacio, entre rusos y alienígenas). Ha querido añadir: "Se ha visto muy bien: al cuarto día, los alienígenas parecían deseosos de hacernos llegar un mensaje como queriendo decir: “Nos vamos a ir”. Primeramente, iban y venían, con desplazamientos breves pero decididos. Después, finalmente, acaece lo que todos temíamos: la esfera aún estaba allí, pero un instante después estaba ya más lejana, y luego, cada vez más lejana en el infinito. Se volvía cada vez más pequeña, la navecilla alienígena, y era como si lanzase un amistoso, cósmico adiós: “¡Hasta pronto, amigos!”. Y cuando desapareció del todo, sentimos en el corazón una indescriptible impresión de soledad. ¿Puedo decirlo?, “experimentamos una desgarradora nostalgia por el futuro.”  https://elmensajedeotrosmundos.blogspot.com/2014/11/cosmonautas-y-extraterrestres.html

También puede ver este relato en el siguiente vídeo. https://www.youtube.com/watch?v=o2b440fBth4

Y si pensaron que esta historia es increíble, estamos seguros de que el siguiente relato de otros cosmonautas rusos les volará los sesos. La historia apareció narrada en un periódico.



 Esto es lo que nos cuenta el sitio visionovni.com: “En el momento en que sucedio, la tripulación estaba compuesta por seis personas, Leonid Kizim, Oleg At´kov, Vladimir Solovyew, Svetlana Savitzkaya, Igor Volk y Vladimir Janibekov. El incidente ocurrió cuando la estación llevaba 155 días. La tripulación estaba ocupada con las observaciones científicas, las pruebas y los experimentos ensayos programados. Estaban a punto de iniciar los ensayos médicos. Todos ellos eran cosmonautas capacitados y experimentados. Después, ocurrió algo que estaba más allá de su experiencia, conocimiento y comprensión. Frente a la estación Salyut-7, de la nada, apareció de pronto una nube gaseosa grande y anaranjada, de origen desconocido. Los cosmonautas informaron de inmediato al Centro de Control de Misiones soviético (Tsentr). Mientras el centro terrestre analizaba el informe en pasmo, la estación Salyut-7 había penetrado en la nube. La tripulación tuvo la leve impresión de que la nube anaranjada había entrado a su estación.


Todos estaban envueltos en el misterioso fulgor anaranjado, cegados, sin poder llegar a sus compañeros. Sin embargo, recuperaron la visión rápidamente. Los cosmonautas se dirigieron tambaleantes a las portillas de la estación. Lo que vieron los dejo atónito: dentro de la nube anaranjada podían distinguirse claramente siete figuras gigantescas. Sus ideales políticos y su fe en los postulados marxistas-leninistas, se desvanecieron en un santiamén. Ninguno dudo de lo que veía. A nadie le parecido cuestionable que las figuras resultaran ser siete ángeles celestiales. Estos ángeles eran tan parecidos a los seres humanos, y a la vez, tan diferentes. Si, tenían alas enormes y un halo cegador.

Sin embargo, la diferencia principal, estaba en su sonrisa. Al contemplar a la tripulación soviética, sonrieron. ¡Que sonrisas maravillosas tenían esos ángeles!, recordaron después los cosmonautas soviéticos. Sonrisas llenas de regocijo, de felicidad…. Ningún hombre podía sonreír de esa manera. Habían pasado diez minutos en un abrir y cerrar de ojos. Mientras el tiempo daba vueltas al reloj, los ángeles desaparecieron junto con su nube. La tripulación de la Salyut-7, se sintió tremendamente perdida. Pero la Tierra exigía una explicación. Cuando el Tsentr recibió el informe, lo clasifico inmediatamente como secreto. Se formo un equipo especial de médicos para comprobar el bienestar de los cosmonautas. Así, en lugar de seguir llevando a cabo experimentos en el espacio, la tripulación recibió la orden de evaluar su propia salud, tanto física como mental. Las pruebas indicaron que los cosmonautas gozaban de buena salud física y de un estado mental óptimo. El incidente ocurrió antes del periodo de la Perestroika, y con el fin de evitar un escándalo innecesario, el Politburó se aseguró de que el informe permaneciera oculto. Se aconsejo a la tripulación de la estación Salyut-7 que guardara silencio. No podían existir ángeles ni dentro ni fuera de la Unión Soviética.

De acuerdo con informes de prensa, uno de los cosmonautas (no se cita el nombre de cuál de ellos) fue citado diciendo: «Ellos estaban brillando y eran verdaderamente abrumadores con su esplendor. Hubo una gran luz naranja, y a través de ella, se podía ver las figuras de los siete ángeles. Estaban sonriendo como si compartieran un secreto glorioso, pero a los pocos minutos, ya se habían ido, y nunca los volvimos a ver.»  http://www.visionovni.com.ar/archivos/1218

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